Hace un mes comenzamos un viaje, queríamos llegar a Santiago, desde Roncesvalles, parando en Iglesias y Bodegas.
Pensamos en un trayecto lineal, y en lo que llevamos recorrido, ha sido con constantes vueltas atrás.
Pensé conocerlo todo, -ingenuo de mi- y la tarea se presento imposible, por su enormidad.
La solución fue dejarse llevar por la intuición. Así llegamos a Azul y Garanza.
El edificio es el de una bodega, -solamente eso-, de esas bodegas que se hacían en los años en los que el vino no tenía el actual halo fenomenal. Era la bodega de la cooperativa de Carcastillo (Navarra).
En la actualidad ese edificio alberga la iniciativa de tres jóvenes, dispuestos para hacer vinos con la personalidad del lugar, donde la viña pone en su fruto, el color del clima y la tierra. Azul y Garanza.
Los vinos que compramos: un
tempranillo con cabernet y un un merlot , además de buenos, corresponden con lo
descrito en web.
Solamente acabar, reconociendo a Fernando su atenta y cordial acogida.
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