Me dice Javier que al cabernet solo le queda 1,5 grados babo de desdoblar; fue la última uva que recogimos -así lo mostramos en la anterior entrada- y es el último vino en acabar de fermentar.
Hoy presenta este inmejorable aspecto, olor incluido.
Me doy cuenta que el discurso no es lineal, que no existe final de actividades, que éstas se solapan dando continuidad de un ciclo al siguiente, cual espirales paralelas.
Así mientras se acaba la fermentación, la viña sigue "creciendo" con la vegetación aportando nutrientes que en la próxima primavera se veran.
Las pámpanas cambian de color, la avispa se calienta en el tibio sol del otoño inconsciente de su final y la próxima primavera volveremos a sufrir su incomoda presencia, aunque ella no sea.